Texto - La Nación - 19/02/2007
Dos mujeres con los pies en la tierra
María Luz Príncipe y Susana Gargiulo vieron la oportunidad en el calzado femenino de diseño propio
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Aunque tienen aspiraciones distintas, hay varias cosas que unen a estas dos emprendedoras. Ambas encontraron en el diseño de zapatos para mujer mucho más que la excusa ideal para dejar de lado sus trabajos anteriores. Casi por azar, se dieron cuenta de que algo que las apasionaba podía hacerles ganar dinero. Se embarcaron en la empresa y sus vidas cambiaron.
Lola Narsh y Luz Príncipe son marcas de zapatos de mujer de confección artesanal -incluso personalizada- y diseño exclusivo. No es la cantidad lo que hace la diferencia, sino el pequeño detalle en una escala de producción todavía más pequeña. La mujer, coinciden las emprendedoras, busca en el calzado la forma de distinguirse, y allí están Susana Gargiulo, creadora de Lola Narsh, y María Luz Príncipe, a sus pies.
El primer par de ojotas
María Luz Príncipe comenzó en el verano de 1999/2000 a confeccionar ojotas bordadas a mano para regalar a sus amigas. Gustaron tanto, cuenta, que desde ese entonces empezó a recorrer ferias de diseño todos los fines de semana y feriados para venderlas. Así, confeccionó una base de datos con las direcciones de correo electrónico de sus clientas, con las que mantiene contacto permanente.
Lo mismo pasó en el verano siguiente, y en el invierno de 2001 lanzó su primera colección, aunque se despegó de su profesión de periodista en 2002, en medio de la crisis.
Fue un momento jugado para empezar de cero. Alquiló un departamento en el noveno piso de un edificio de Maipú al 800, donde instaló un showroom que aún conserva. "No quería hacer algo muy elitista; quería algo exclusivo y accesible. Pensé en chicas que van a la oficina y no tenían una tienda de diseño cerca", dice la emprendedora. Ese año, mudó el tallercito que había armado en la casa de sus padres y se lanzó a vivir de sus zapatos, sin un capital inicial, pero reinvirtiendo cada peso que entraba.
El rumor, la página de Internet y el contacto por e-mail con sus clientes hicieron proliferar su negocio, hasta que en 2004 llegaron las primeras ventas mayoristas a Corrientes y otras provincias. El año pasado sus zapatos cruzaron el océano y desembarcaron en España.
La exclusividad, que al principio obedecía a las limitaciones de producción, se convirtió en una virtud que distingue a la marca Luz Príncipe: "Cada colección obedece a un concepto único y distinto -explica la emprendedora-. La próxima se llamará Circular, y serán zapatos sin ángulos, muy cómodos sobre todo. No hago más de cuatro pares por número y modelo, y las partidas mayoristas no superan los 20 pares por modelo".
Por eso no piensa poner un local a la calle en Buenos Aires ni asociarse ni franquiciar la marca. "Quiero conservar el trato personalizado del viejo almacén", dice. Aunque este año planea mudarse a una oficina más grande, exportar a Chile y México y, así, duplicar su facturación, que en 2006 ascendió a 80.000 pesos.
El sueño de pisar fuerte
La historia de Susana Gargiulo tiene un comienzo similar, pero un objetivo ambicioso la hizo trazar otro camino. Esta licenciada en publicidad, que trabajaba en el área de marketing de una conocida multinacional de entretenimientos, renunció a su empleo en 2003 y se dedicó de lleno a lo que había comenzado poco antes como un hobby: sus zapatos.
Aspira a convertir a Lola Narsh, que era el nombre de su abuela, en una marca reconocida de diseño, asociada a lo exclusivo: "Trato de realzar la parte femenina de cada mujer con un detalle en el zapato", cuenta, apuntando a un público ABC1 y a seducir al turismo. Para eso, utiliza el cuero, piedras y cuanto material se le ocurra.
En su afán de crecimiento, agregó al diseño personalizado y las colecciones propias el trabajo para otras marcas. La primera etapa del negocio, que se lanzó de lleno con la presentación de la primera colección, en diciembre de 2004, requirió una inversión de 60.000 pesos. El año pasado logró cruzar la cordillera y vender a Chile, y aspira a que Lola Narsh sea una marca conocida en América latina.
Pero ahora concentra sus esfuerzos en su primer local exclusivo, que abrirá en marzo en Arenales al 1100. "Es una zona ideal para llegar al turismo", dice. La apertura y la nueva colección requirieron otros $ 90.000 de inversión. "La idea es abrir un local por año y franquiciar la marca; hay planes bastante sólidos a futuro. En noviembre me asocié con un argentino que vive en Florida, Estados Unidos, y la idea también es vender en ese país. Creo que para crecer uno en un momento tiene que tomar la decisión de asociarse", dice la emprendedora, y agrega que de a poco incorporará carteras y accesorios a sus colecciones.
"Si me remonto a cinco años atrás, nunca me hubiese imaginado que podía llegar a tener una marca de diseño de calzado", resume Gargiulo.
Por Esteban Rafele
María Luz Príncipe y Susana Gargiulo vieron la oportunidad en el calzado femenino de diseño propio
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Aunque tienen aspiraciones distintas, hay varias cosas que unen a estas dos emprendedoras. Ambas encontraron en el diseño de zapatos para mujer mucho más que la excusa ideal para dejar de lado sus trabajos anteriores. Casi por azar, se dieron cuenta de que algo que las apasionaba podía hacerles ganar dinero. Se embarcaron en la empresa y sus vidas cambiaron.
Lola Narsh y Luz Príncipe son marcas de zapatos de mujer de confección artesanal -incluso personalizada- y diseño exclusivo. No es la cantidad lo que hace la diferencia, sino el pequeño detalle en una escala de producción todavía más pequeña. La mujer, coinciden las emprendedoras, busca en el calzado la forma de distinguirse, y allí están Susana Gargiulo, creadora de Lola Narsh, y María Luz Príncipe, a sus pies.
El primer par de ojotas
María Luz Príncipe comenzó en el verano de 1999/2000 a confeccionar ojotas bordadas a mano para regalar a sus amigas. Gustaron tanto, cuenta, que desde ese entonces empezó a recorrer ferias de diseño todos los fines de semana y feriados para venderlas. Así, confeccionó una base de datos con las direcciones de correo electrónico de sus clientas, con las que mantiene contacto permanente.
Lo mismo pasó en el verano siguiente, y en el invierno de 2001 lanzó su primera colección, aunque se despegó de su profesión de periodista en 2002, en medio de la crisis.
Fue un momento jugado para empezar de cero. Alquiló un departamento en el noveno piso de un edificio de Maipú al 800, donde instaló un showroom que aún conserva. "No quería hacer algo muy elitista; quería algo exclusivo y accesible. Pensé en chicas que van a la oficina y no tenían una tienda de diseño cerca", dice la emprendedora. Ese año, mudó el tallercito que había armado en la casa de sus padres y se lanzó a vivir de sus zapatos, sin un capital inicial, pero reinvirtiendo cada peso que entraba.
El rumor, la página de Internet y el contacto por e-mail con sus clientes hicieron proliferar su negocio, hasta que en 2004 llegaron las primeras ventas mayoristas a Corrientes y otras provincias. El año pasado sus zapatos cruzaron el océano y desembarcaron en España.
La exclusividad, que al principio obedecía a las limitaciones de producción, se convirtió en una virtud que distingue a la marca Luz Príncipe: "Cada colección obedece a un concepto único y distinto -explica la emprendedora-. La próxima se llamará Circular, y serán zapatos sin ángulos, muy cómodos sobre todo. No hago más de cuatro pares por número y modelo, y las partidas mayoristas no superan los 20 pares por modelo".
Por eso no piensa poner un local a la calle en Buenos Aires ni asociarse ni franquiciar la marca. "Quiero conservar el trato personalizado del viejo almacén", dice. Aunque este año planea mudarse a una oficina más grande, exportar a Chile y México y, así, duplicar su facturación, que en 2006 ascendió a 80.000 pesos.
El sueño de pisar fuerte
La historia de Susana Gargiulo tiene un comienzo similar, pero un objetivo ambicioso la hizo trazar otro camino. Esta licenciada en publicidad, que trabajaba en el área de marketing de una conocida multinacional de entretenimientos, renunció a su empleo en 2003 y se dedicó de lleno a lo que había comenzado poco antes como un hobby: sus zapatos.
Aspira a convertir a Lola Narsh, que era el nombre de su abuela, en una marca reconocida de diseño, asociada a lo exclusivo: "Trato de realzar la parte femenina de cada mujer con un detalle en el zapato", cuenta, apuntando a un público ABC1 y a seducir al turismo. Para eso, utiliza el cuero, piedras y cuanto material se le ocurra.
En su afán de crecimiento, agregó al diseño personalizado y las colecciones propias el trabajo para otras marcas. La primera etapa del negocio, que se lanzó de lleno con la presentación de la primera colección, en diciembre de 2004, requirió una inversión de 60.000 pesos. El año pasado logró cruzar la cordillera y vender a Chile, y aspira a que Lola Narsh sea una marca conocida en América latina.
Pero ahora concentra sus esfuerzos en su primer local exclusivo, que abrirá en marzo en Arenales al 1100. "Es una zona ideal para llegar al turismo", dice. La apertura y la nueva colección requirieron otros $ 90.000 de inversión. "La idea es abrir un local por año y franquiciar la marca; hay planes bastante sólidos a futuro. En noviembre me asocié con un argentino que vive en Florida, Estados Unidos, y la idea también es vender en ese país. Creo que para crecer uno en un momento tiene que tomar la decisión de asociarse", dice la emprendedora, y agrega que de a poco incorporará carteras y accesorios a sus colecciones.
"Si me remonto a cinco años atrás, nunca me hubiese imaginado que podía llegar a tener una marca de diseño de calzado", resume Gargiulo.
Por Esteban Rafele
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